Vivir con poco

Cristina Prieto ha aprendido a vivir con lo mínimo.

Se pregunta si se puede ser feliz con muy poco y a la conclusión que ha llegado desde que es voluntaria es “Que sí, simplemente viendo sonreír a otros es muy fácil”, confiesa la asturiana.

Colabora con el Secretariado Gitano dando clases de secundaria. Ella se prepara las clases y siempre intenta encontrar soluciones para que sus alumnos progresen.

Cuenta su experiencia con un chico al que le costaba resolver  los problemas de matemáticas “era incapaz de resolver ningún problema relacionado con el “mínimo común múltiple” y el “máximo común divisor” hasta que, un día, se me ocurrió una "regla nemotécnica" y en la siguiente clase se la expliqué”, recuerda.

Pasaron quince días y cuando se volvieron a ver, el alumno le dio una gran lección de vida “Te he hecho caso, y ya no tenemos que estudiar este tema. He hecho un montón de ejercicios aplicando "tu truco" y los resuelvo todos”, relata satisfecha.

Este tipo de detalles son los que te hacen sentir satisfecho con el voluntariado: “¡Mi experiencia es fantástica!

El voluntariado me ha enseñado a vivir con poco

Cristina Prieto