Una jornada inolvidable
Mientras Álex, del Esplai La Gresca, bailaba una coreografía al ritmo de Michael Jackson, Sofía, de la escuela Màrius Torres, casi marcaba un gol en el futbolín hinchable… alrededor, cientos de niños correteaban jugando y riendo en CosmoCaixa. La fiesta fue un no parar… y así lo relataban en Miradas con Alma.
La trabajadora de la asociación INVIA, Anabel, describía el Día del Voluntario como “una gran ocasión para hacer comunidad y sensibilizar, además de ser ideal para que las familias que normalmente no pueden acceder a este tipo de eventos, lo disfruten”. De hecho, uno de los objetivos principales de la jornada de este año era contribuir al desarrollo y la integración de los menores en riesgo de exclusión social a través de distintos talleres lúdicos, artísticos, culturales y medioambientales.
El Día del Voluntario es claramente lúdico, pero es mucho más que eso. Denisse, una chica de 14 años que participó con sus compañeros del Centro Residencial de Acción Educativa (CRAE) María Reina, comentaba que de mayor quiere ser psicóloga porque le gusta “analizar el comportamiento humano”. Sobre la importancia de la jornada, no titubeó: “En el Día del Voluntario los niños y niñas interactúan y se divierten”.
A juzgar por las caras de emoción de los padres y madres, no quedaba claro quién estaba más contento de haber podido celebrar esta octava edición del Día del Voluntario. Lo que sí saltaba a la vista de todos era la necesidad de este encuentro. Que por muchos años más se pueda seguir celebrando la noble tarea del voluntariado, porque son precisamente los voluntarios quienes nos recuerdan a diario que es posible un mundo mejor y más solidario.
